domingo, 28 de julio de 2013

NICO Y NICOLÁS

   

      Nicolás era un chico muy activo, le gustaba siempre ir a la escuela, jugar con sus amigos y con su consola. A Nicolás le encantaba que su abuelo le contara historias de cuando los piratas atacaban su pueblo, Adra.
      Un día, fue a visitar a su abuelo con la idea de que le contara una historia de piratas, pero su abuelo Ramón le dijo:
     - Nico, hoy te voy a contar una historia, pero por la noche, que me he enterado de que hay visitas nocturnas a la muralla y así será más emocionante.
      Nicolás se puso muy contento y se fue a la plaza a esperar la noche.
       Cuando salió la luna, Nicolás buscó a su abuelo y se fueron los dos contándose historias.
        Por el camino, Nico vió una tienda de pasteles y nada más verlos le rugió el estómago. Su abuelo, que lo notó, le dijo:
         - Ve yendo tú a la muralla que yo te alcanzo luego. Voy a comprar dos bollos de crema, ¿Vale? -
          Nicolás asintió y se encaminó hacia la muralla. Cuando llegó se puso a esperar a su abuelo y mientras, empezó a dibujar en una piedra de la muralla. Al tocarla con su lápiz verde chillón, la piedra se escondió y se abrió ruidosamente una puerta que conducía hacia la luz de algún lugar, porque se distinguían voces y siluetas de gente.
         Nico, que es muy, pero que muy curioso, no perdió tiempo y corrió hacia dentro. Al entrar, vio una moneda de plata en la que estaba inscrita la palabra ABDERA y no dudó en cogerla y guardársela. Cuando entró, se escuchó que la puerta se cerró de un portazo y Nico sintió miedo.
        Empezó a andar lentamente hacia la luz con el temor de no poder abrir la puerta después y quedarse en ese lugar para siempre. Cuando salió de dentro de la muralla, se quedó boquiabierto. Ese extraño pueblo se parecía un poco a Adra, sólo que la gente vestía muy anticuadamente; las mujeres, todas llevaban vestidos largos y delantales, y la mayoría de los hombres llevaban sombrero y botas altas. Nico empezó a andar y cuando sólo llevaba dos pasos, una voz lo llamó:
        - ¡Nicolás, hijo mío, estás vivo! - Nico se dio media vuelta y se encontró a una mujer que corría hacia él llorando. Esa señora llevaba un viejo sombrero de color gris atado al cuello, un vestido hasta los talones de color verde turquesa y unos largos y rubios rizos que se movían como serpientes. -¿Estás bien? ¿Te has escapado, tesoro? ¿Te han hecho daño?, ¡Como te han vestido! Ven a casa, vamos a celebrar que los piratas han dejado libre a mi niño.
       Nicolás se extrañó mucho y pensó que esa señora lo había confundido con alguien o algo así. La mujer lo llevó hasta una casucha pequeña, con una sola habitación, sin tele ni ordenador ni sillones, sólo una chimenea y dos camas. Cuando vio esa casa, Nico comprendió que de alguna manera había viajado como 300 ó 400 años atrás, y esa mujer lo había confundido con su hijo, que seguramente había sido capturado por los piratas. La señora le dió otra ropa, y Nico le siguió la corriente:
      - Mamá - dijo, -¿En qué año estamos? - La mujer, con cariño le dijo:
      - En el 1.612, campeón, y ahora acuéstate que mañana tienes que ir al campo a trabajar, a ver cuánto te van a pagar ¿No crees?.
      - Nico levantó las cejas y frunció el ceño. Había decidido quedarse a dormir y mañana intentaría escapar de esa época en la que los niños tenían que trabajar en el campo. Se acostó en el colchón más grande y se tapó con una manta agujereada y con un montón de coseduras.
      A la mañana siguiente, se despertó con un gran griterío y las campanas de la Iglesia sonando.
      - ¡Piratas, piratas,! ¡Atacan los piratas!- gritaba la gente de fuera.
     Se levantó y vio que la señora que decía ser su madre no estaba. Esto asustó un poco a Nico, pero salió a la calle.
     Al abrir la puerta vio a unos piratas que estaban cogiendo a mujeres y niños , encadenándolos y encerrándolos en una jaula estrecha y llena de espinas. Otras personas corrían hacia la muralla.
      Nico vio cómo un pirata se fijaba en él y corría deprisa para atraparlo. Se alarmó y echó a correr, pero, cuando iba a entrar en la muralla no cabía porque había demasiadas personas dentro. Así que, se dirigió hacia el río a toda pastilla y se escondió detrás de un grupo de palmeras. Consiguió escapar por los pelos y librarse del pirata. Cuando Nico se disponía a regresar, divisó a un grupo de niños encadenados a un árbol y con un pirata vigilando para que no se escaparan.
      Se acercó sigiloso hacia allí, se escondió detrás de un arbusto y buscó una piedra. Encontró una muy grande y apuntó bien a la frente del pirata guardián. Cuando tiró, dio en el blanco y el pirata cayó medio atontado al suelo.
      Nico le robó las llaves y empezó a liberar a los niños.
      Empezó por una chica rubia de ojos castaños muy bien vestida, luego, por un chico moreno con ojos claros, y , cuando llevaba al menos cuatro niños y niñas liberados, le tocó liberar a un chico moreno de ojos verdes y piel clara...¡Moreno de ojos verdes y piel clara! ¡Igual que yo! Nico lo miró bien y no pudo evitar pensar que si le lavaban la cara y le ponían vaqueros, gorra y mochila, podría hacerse pasar perfectamente por él...
        -¿Cómo te llamas? - Le preguntó Nico, con curiosidad.
       - Me llamo...me llamo Nicolás. -Dijo él, tímido.
       -¿Nicolás?, ¡Yo también! -Dijo Nico.
       -¿En serio? Parecemos...Empezó él.
      - ¡Gemelos! - Terminó Nico. Nico.
      Lo liberó y acompañó a todos los niños y niñas hasta el poblado. Cuando llegaron, los piratas ya se habían marchado y los niños y niñas se fueron corriendo hasta sus casas.
      -Gracias por salvarme. -Dijo Nicolás.
      -De nada,- respondió Nico deprisa, -me tengo que ir.
      -Pero...¿Quién eres?
      -Toma, - Nico se sacó la moneda de plata que se había encontrado, - Para que tengas un recuerdo mío. - Él la cogió sonriente y añadió:
     -¿Tú no eres de aquí, verdad?
     Nico negó con la cabeza y se aproximó hacia la muralla. Tenía que irse, pero sabía que Nicolás guardaría con cariño esa moneda.
      Entró en la muralla, buscó la piedra y con su lápiz verde chillón la tocó. Nico ya sabía lo que iba a pasar, y así fue. La puerta se abrió y él corrió porque sabía que su abuelo lo esperaba con dos bollos de crema...
      -¡Abuelo, abuelo! ¡No sabes lo que me ha pasado! -Dijo nada más ver a su abuelo.
      El abuelo le sonrió y se sacó del bolsillo una moneda igual a la que él le había dado a su nuevo amigo.           ¡Es la misma! - dijo Nico.
 Su abuelo le dijo: -Lo sé, mira, mi abuelo me la dio a mí, y a él se la dio el suyo.

                                 


                                                                          FIN

sábado, 27 de julio de 2013

LOS SUEÑOS SE CUMPLEN

Este era un colegio y esta una clase que estaba muy unida...
            Un día, Irene y sus amigas Paqui y Marina, estaban hablando en el patio del colegio.
            - ¡Tengo ganas de que se acabe ya el curso! - decian las niñas.
            - Ring-ring-ring, -sonó el timbre del patio-.
             Irene, Paqui y Marina se dirigieron a clase. Allí, la profesora, les tenía una sorpresa preparada: - Sentaros rápido que tengo que anunciaros una noticia. -Todos creian que iba a ser un examen, pero no fué así.
            - ¡Me ha dicho el director que este año todos los de 5º curso vais a ir de excursión a Sierra Nevada durante una semana para aprender a esquiar!
            Todos estallaron con un grito de euforia. -¡Guau!, podré aprender a esquiar, - decía Rosa.
            - ¡ Me haré un hacha en la nieve!,  - gritó Lorenzo.
             - Y yo le voy a pedir a mi primo las botas de esquí, - presumía Clara.

            Todos estaban contentísimos, todos menos Marina, que el comentario que hizo fué: - Pues vaya rollo, una semana pasando frío, dando culetazos y puede que hasta alguien se rompa una pierna o algo así.
            Todos se extrañaron de este comentario, sobre todo Irene, que era su  mejor amiga y creia que a Marina le encantaba la nieve.
            -"¿Que le pasará? Esta niña cada día está más rara", - pensó Irene.
            Al día siguiente, en el recreo, Irene encontró a Marina llorando en un rincón del patio:
             -Pero ¿Qué te pasa?- le preguntó muy preocupada. - Nada, es sólo que... -Marina no se atrevía a contar a su amiga lo que le pasaba.
            - ¿Qué? ¡sabes que puedes confiar en mí, puedes contarmelo! - Dijo Irene-.
            Marina se secó las lágrimas y le contó a su amiga que a su padre lo despidieron del trabajo hacía ya un año y la fábrica donde trabajaba su madre la iban a cerrar y todos los que trabajaban en ella iban a quedarse en paro, así que ella no podía pedirle a sus padres  el dinero para ir a Sierra Nevada por mucha ilusión que a ella le hiciese.
            Cuando le contó esto a su amiga, siguió llorando, pero Irene la consoló:
            - No pasa nada, todo se arreglará, tú no te preocupes. Le dijo Irene, y cuando vió que ya estaba más tranquila se marchó.
            -¡Maestra, Marina no va a la excursión porque sus padres no tienen dinero!...  Irene le contó a la maestra todo lo que le había contado su amiga Marina. Y la maestra, que era cosciente del sufrimiento de Marina, le dijo que tenía un plan.
            Después del recreo, aprovechando que Marina estaba en la biblioteca cambiando su libro, la maestra le contó a la clase lo que  pasaba y todos decidieron que habia que hacer algo.
            - ¿Qué se os ocurre que podemos hacer?, -dijo la maestra.        
            -Podríamos comprar un décimo de loteria por si nos toca. -sugirió Hugo.
            -¿Y si buscamos un trabajo y así ganamos dinero? -apuntó Clara, pero antes de acabar de hablar todos le dijeron que estaba "chalá" . 
            - ¿Que os parece si hacemos un mercado de juguetes? - preguntó Paqui, la más lista de la clase.
            - Buena idea, -le dijo la maestra.
            - Cada uno que traiga algún juguete al colegio, y con permiso del director lo podemos vender a quien esté interesado en comprarlo.
            A la mañana siguiente todos trajeron un juguete.
            A Irene le costó mucho decidir que juguete llevar, porque no tenia muchos y a todos les tenia mucho cariño. Pero pensó en su amiga y pensó que ella era más importante que un simple juguete. Por eso decidió llevar para vender la muñeca Lagoona Monster High que le había regalado su abuela en su cumpleaños.

            Ana llevó una radio, Luis un coche teledirigido de spiderman, y la maestra, ¿cómo no?, llevó una Nancy de las que había cuando ella era niña (de esas antiguas).
            A todos los de la clase les costó deshacerse de algún juguete, pero todos colaboraron y llevaron algo que apreciaban para venderlo a otros niños/as. Todo estaba listo.
            Abrieron el mercadillo y todo fué un éxito. Lo vendieron todo en un rato y el director fué el encargado de recoger y contar el dinero que habían conseguido. En total habeis conseguido 250 euros.
             - Enhorabuena, -Les dijo el director, que había comprado la muñeca Monster para su hija pequeña.
            Ya tenian el dinero. Habian sacado más de lo que valia el viaje y tenian que darle la sorpresa a Marina.
            A Irene se le ocurrió que como pronto iba a ser el cumpleaños de Marina, le podían dar la sorpresa como regalo. A todos les gustó la idea.
            Cuando llegó el dia de su cumple, Marina lo celebraba en su casa y todos estaban invitados. Lo que no se podía imaginar era la sorpresa que le esperaba.
            A la hora de abrir los regalos todos juntos le dieron un sobre con 200 euros que era lo que costaba la semana en Sierra Nevada. Marina estalló en lágrimas de felicidad, no se lo podia creer ¡ Al final iba con todos sus compañeros a la excursión!
            Todos estaban contentísimos, Marina los abrazó a todos y les dijo: - Gracias, ha sido el mejor cumple que podia haber tenido. No os podeis ni imaginar la ilusión que me hace poder ir con todos vosotros  a ¡Sierra Nevada!
            Sus padres les estaban a toda la clase muy agradecidos por lo que habian hecho por su hija y se les saltaban las lágrimas al ver a su hija tan feliz.
            Con los 50 euros que habian sobrado y otros 50 que les regaló el director, la maestra alquiló un minibús y llevó a toda la clase al ¡Parque de las Ciencias!
            Esta excursión de final de curso fué inolvidable para todos. Sobre todo para Marina.



FIN.